Mi profesora de geografía
Hice la secundaria en un tiempo en que
las cosas estaban cambiando, era un tiempo de revuelo, de cambio de códigos y
técnicas de estudio y de aprendizaje. Eso generaba cierta confusión en un
contexto revoltoso, desafiante, pero a la vez, sediento de seguridades y
abrazos contenedores.
Si ésto era así, en realidad, es difícil saberlo, pero a los adolescentes no suele importarles mucho como las cosas son
sino como se ven. Y eso es lo que recuerdo. La profe de geografía llegaba al
aula y no le gustaba perder tiempo. Su estilo 'tradicional' resultaba
sorprendente, contrastante. Usábamos el libro de 'Lopez Raffo', me acuerdo,
pero solo para consultas. Porque su clase era más bien expositiva, ella
dedicaba las horas a explicar los contenidos y había que concentrarse mucho,
para no perder el hilo. Tomaba orales clase por medio, y no había mucho margen
para especular con ella. Eso marcaba una diferencia que puedo evocar
claramente, como un ejemplo de silencioso respeto y admiración. La recuerdo
dibujando los cordones montañosos en el mapa mudo, explicando como nacen los
vientos, clasificando regiones con una precisión conmovedora y evaluándolos con
justicia.
Hoy amo la geografía y aunque no me he
dedicado a eso, cada vez que viajo, siempre regresan a mi memoria algunos de
los conceptos que nos enseñó a lo largo de sus clases en el bachillerato. Ella
fue una de las claves a partir de las cuales comprendí cuan valioso era el
conocimiento. Y nunca le dije cuanto la admiraba.
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