Castigo para muchos, pasión para otros, el trabajo es sin lugar a dudas un eje fundamental en la vida de las personas y alrededor de él se mueven, en mayor o menor medida, las expectativas, las emociones, los intereses y los sueños de cada uno.
Desde mucho tiempo atrás, el hombre viene luchando contra la explotación laboral, por tener mejores condiciones de trabajo y el Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo, se celebra en la mayoría de los países como fecha conmemorativa de los derechos de los trabajadores. Se instauró en homenaje a los llamados “Mártires de Chicago”, obreros de una empresa estadounidense que fueron ejecutados por participar de una huelga iniciada el 1 de mayo de 1886. La finalidad de la huelga (que fue seguida de numerosos disturbios y protestas en las calles de esa ciudad estadounidense) era conseguir una reivindicación básica: la jornada laboral de ocho horas.
Afortunadamente, a lo largo del siglo XX, fueron incorporándose leyes laborales que contribuyeron a que los trabajadores obtengan derechos igualitarios, principalmente en cuanto a respeto por el individuo, y también en cuanto a retribución salarial y protección social.
Más allá de estos datos informativos, me gustaría reflexionar sobre el trabajo como elemento de gran importancia a la hora de definir y reforzar nuestra dignidad y nuestra autoestima.
Es cierto que el trabajo dignifica a la persona. El trabajo debe brindarnos satisfacción por el esfuerzo realizado y debe permitirnos valorar lo ganado, o el resultado obtenido. La realidad indica que un trabajo nos da un ingreso económico, una seguridad, pero también es importante considerar el trabajo como una forma de desarrollar nuestras aptitudes y nuestras habilidades tanto físicas como mentales, en pos de convertirnos en mejores seres humanos, sentirnos útiles, motivados y orgullosos como partes pequeñas de un mecanismo de producción mayor.
El trabajo es un elemento indispensable para la vida. Es por medio de él que una persona puede proyectar sus capacidades, su manera de pensar y de sentir, y eso no solo contribuye a que sea valorado por los que le rodean, sino que le ayudará a valorarse a sí mismo y en algunas ocasiones marcará la pauta de la felicidad.
Confucio decía: “Encuentra un trabajo que te guste y no volverás a trabajar ni un sólo día de tu vida.” Creo que esta es la clave: encontrar nuestra pasión y hacer de ella nuestro trabajo diario.
Les deseo un Feliz Día del Trabajador!
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