INTERCULTURALIDAD.
Enseñar
a valorar las diferencias
Desde hace algunos años nuestra sociedad se compone de
una diversidad que antes no habíamos experimentado. Hasta hace algunos años
conocer a una persona de otra raza y cultura era algo poco frecuente y exótico.
Afortunadamente hoy convivimos con personas de distintas procedencias, que
traen con ellos sus diferentes culturas, idiomas, religiones, vestimentas,
gastronomías…
La diversidad siempre es fuente de conocimiento y reflexión, facilita el despertar de la actitud crítica, la curiosidad, el re-planteamiento de ideas, los nuevos conceptos… es una oportunidad para reinventarnos y aprender de los demás aquello que también es válido para uno mismo.
A fin de hacer presente en el día a día de los niños/as y adolescentes el valor de la diversidad, y evitar situaciones de mala convivencia, incluso de conflicto, los educadores (padres/madres y profesores) tienen un papel relevante.
Las pautas básicas para la educación intercultural y para fomentar una buena convivencia en los centros educativos y entornos sociales del menor, son:
La diversidad siempre es fuente de conocimiento y reflexión, facilita el despertar de la actitud crítica, la curiosidad, el re-planteamiento de ideas, los nuevos conceptos… es una oportunidad para reinventarnos y aprender de los demás aquello que también es válido para uno mismo.
A fin de hacer presente en el día a día de los niños/as y adolescentes el valor de la diversidad, y evitar situaciones de mala convivencia, incluso de conflicto, los educadores (padres/madres y profesores) tienen un papel relevante.
Las pautas básicas para la educación intercultural y para fomentar una buena convivencia en los centros educativos y entornos sociales del menor, son:
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Tener presente que el respeto es la premisa
básica para vivir en sociedad, y más si ésta es plural. Que no compartamos o
comprendamos algo: una idea, una vestimenta, una costumbre… no nos autoriza a
despreciarla.
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Explicar a nuestros hijos/as que todas las
costumbres están enmarcadas en elcontexto histórico e ideológico en el que
surgieron. Multitud de factores condicionan el surgimiento y evolución de una
costumbre. No hay que olvidar que aunque en el momento actual parezca no
tener sentido sí hubo un tiempo en que lo tuvo. Como ejemplo podemos recordar
que nuestra tradición de comer doce uvas en Nochevieja se hizo popular en
1909 como recurso para comercializar el excedente de producción de ese año.
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Enseñarles a situarse en
el lugar del otro. Para comprender a una persona,
todos sabemos que hay que situarnos en su realidad, lo mismo tenemos que
hacer cuando queremos comprender una cultura: informar a nuestros hijos/as
sobre su historia, los avatares de sus gentes, los principios que la
sustentan, cómo son sus tierras, sus recursos… les ayudará a comprenderla y a
situarla en su momento actual.
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Evaluar el sentido de
nuestras costumbres. Asumimos las costumbres que se nos inculcan en la
niñez sin ningún cuestionamiento, las consideramos naturales. Sin embargo las
costumbres ajenas nos parecen, en ocasiones, grotescas y disparatadas,
fácilmente criticables. Pero… ¿nos planteamos el sentido de las nuestras y
qué les parecerán a personas de otras culturas? Enseñarle al niño/a a
preguntarse el porqué de las cosas, a mirar con sus propios criterios la
realidad, es un sano ejercicio, formarse ideas propias es signo de reflexión
e inteligencia.
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La adopción y el intercambio de ideas, alimentos, costumbres del entorno con quien se
convive es un fenómeno natural. No es extraño que en los hogares españoles se
cene pizzas o se beba té, o se experimente con un wok o una fondue. Ni
siquiera que el 24 de diciembre llegue a nuestras casas Santa Claus o, como
nosotros le llamamos, Papá Noel. Sin duda, conocer otras costumbres ha hecho
que nos enriquezcamos, que tengamos más opciones entre las que elegir y el
hecho de que en la familia se viva esa diversidad hace que nuestros hijos/as
se eduquen como adultos más abiertos y receptivos, con menos prejuicios, con
más posibilidades.
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Todos poseemos nuestra propia escala de
valores, la hemos ido “elaborando” con la ayuda de la de la
sociedad en que la nacemos, la comunidad en la que crecemos, la familia que
nos educa, nuestras experiencias… Conocer la escala de valores de los demás,
nos garantiza comprenderlos mejor y aprender algo valioso de ellos. Además
podremos descubrir rasgos comunes, como el sentido de la hospitalidad que
compartimos con otras culturas como la china o la africana.
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Una forma entretenida y sencilla de iniciar a
nuestros hijos/as en el conocimiento de otras culturas y costumbres es el uso
de sus juegos, algo a lo que
sus mismos compañeros les introducirán, la lectura de sus cuentos e
historias tradicionales, el análisis
de sus refranes o frases populares, el visionado
de su cine, sus dibujos animados, conocer a sus personajes
ilustres y sus obras, etc.
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Pero sin lugar a dudas, la mejor forma de comprender
una cultura es tener el privilegio de convivir con gente que proceda de ella,
algo que todos podemos llevar a cabo. El entorno escolar nos ofrece hoy en día
una gran oportunidad para abrir esa ventana a otras culturas. Debemos tener
presente que para nuestros hijos e hijas, lo natural es jugar, hablar, aprender
y convivir con niños de distintas procedencias y es esa naturalidad la que
debemos asimilar los adultos.
Compartir su amistad en el patio del colegio,
invitarles a los cumpleaños de nuestros hijos/as, hablar con las madres y
padres de esos compañeros… Se trata de dejar los prejuicios a un lado y
normalizar una relación de padres/madres, vecinos e individuos que conviven en
la misma sociedad, ya que todos compartimos los mismos espacios y el mismo
deseo de bienestar para nuestros hijos e hijas.
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